Les hablo a mis hijos del puerto desde donde el abuelo Juan me sacaba a pescar cuberas. La barca estaba unida a una boya amarrada a un bloque de cemento del fondo que le servía de punto fijo del que partir y a donde volver. Me enseñó a preparar el cebo y a tener paciencia.
«Nunca te morirás de hambre», me dijo al sacar mi primer pez de agua. Hace años que mi abuelo ya no está sobre la barca. 23° 8′ 25″N 81°46′ 51″O, ahí está la piedra del fondo y ese es mi sitio donde quiera que yo esté.